La primera, es que lo veo un perfecto ejemplo de cómo vivir cómodamente en una casa con muy poco espacio. Y la segunda, es que el estilo de decoración que tiene no me puede gustar más. La mezcla de artículos de diseño de mediados del siglo XX, como la silla de Harry Bertoia o la mesa de Saarinen (en el artículo reconocen que son copias), con poco mobiliario pero totalmente funcional y una decoración llena de colorido y algo recargada, hacen que la casa se vea muy vivida.
Os dejo con las fotografías, y espero que os gusten tanto como a mí.
Podéis ver el artículo completo en New York Times.
¡Feliz martes!
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